El pasado domingo, el río Paraná se convirtió en un testigo silencioso de un hecho inédito que unió el esfuerzo, el amor y la pasión: Rafael Noguera y Agustina Bubich, pareja y ahora ganadores, se alzaron con la victoria en la prueba principal, de los 2k, de la 1ª fecha del Campeonato Municipal de Aguas Abiertas. Con el majestuoso paisaje que ofrece el río Paraná en El Brete, este matrimonio no sólo nadó en aguas desafiantes, sino que también nadó contra las probabilidades, dejando una huella imborrable en la historia de las aguas abiertas en Misiones.
Rafa, reconocido como uno de los mejores triatletas de la provincia, describió su emoción de seguir compartiendo la pasión por un deporte que los unió y que ahora también los consagra: «Cuando nos conocimos con Agustina, era su profe de natación en Buenos Aires, en el club Obras Sanitaria y ahí nos pusimos de novio», dijo riendo. Y su risa se mezcla con la nostalgia al recordar aquellos momentos en que la vida los unió en una pileta, y el amor floreció entre brazadas y técnicas de natación. «Hoy seguimos ligados al hobby este que es el agua».
Agustina, quien participó por primera vez en un campeonato de aguas abiertas, se sorprendió al cruzar la meta como ganadora. «Había chicas con más trayectoria e historia», reflexionó su pareja, con la incredulidad aún reflejada en su voz. Pero la perseverancia y el trabajo en equipo que han construido a lo largo de diez años de relación se hicieron evidentes. «Cuando se dio cuenta de que ya había ganado, fue un momento increíble», recuerda Rafa, quien también enfrentó sus propios desafíos en esta nueva etapa deportiva, en la que disfruta de nadar y de volver a afincarse en la provincia, ahora con su familia, tras muchos años residiendo en Buenos Aires.
Agustina, feliz tras su consagración en la general de los 2 kilómetros.
Trabajo en equipo
Ambos se adaptaron a un nuevo estilo de vida en Posadas, donde, en enero de este año, decidieron comenzar a entrenar juntos en el Capri. «Generalmente a la noche, ella va a nadar primero y luego voy yo. Ahí nos relevamos con los chicos, y las actividades de la casa», explica Rafa, mientras sus palabras reflejan la complicidad que cultivan en su relación. Las sesiones de entrenamiento se convirtieron en un ritual compartido, en el que el amor por el agua se entrelazó con el amor que se tienen.
Este triunfo no solo representa un logro personal, sino un símbolo de lo que se puede alcanzar cuando se comparte un sueño y se trabaja en equipo. El río Paraná, que los vio ganar, también fue testigo del amor que los une, un amor que, al igual que las aguas que nadan, fluye libre y poderoso. Con cada brazada, Rafa y Agustina no sólo compiten, sino que celebran una vida juntos, llena de desafíos, amor y victorias compartidas. Su historia es un recordatorio de que, en el deporte y en la vida, no hay límites cuando se tiene el apoyo de quien se ama.
Fuente: Roxana Ramírez, El Territorio.