martes, enero 7, 2025

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Carta al presidente Milei | Página|12

Sr. Presidente:

Como exiliado político durante 9 años; autor de una novela quemada por los dictadores en Abril de 1976; amigo de víctimas de desaparición forzada y de torturas y masacres personales y colectivas; colaborador periodístico del Diario del Juicio en 1985/86, y miembro del Consejo Asesor de la Comisión Provincial por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires entre 2008 y 2013, este columnista no puede sino adherir a todo reclamo de cese inmediato de la destrucción institucional de todos los organismos oficiales y de la sociedad civil que trabajan y luchan por los Derechos Humanos.

Por eso, como periodista en este diario desde sus inicios en 1987, entiendo como deber profesional y cívico repudiar todo abuso de poder, todo acto de barbarie, todo atropello físico y moral y toda argumentación mendaz y deformadora de la Historia Argentina. Que es lo que están haciendo sus esbirros.

Por si acaso usted no lo sabe, aunque estoy seguro de que sí lo sabe, la desmemoriación como estrategia despenalizadora es un camino inútil además de moralmente infame. Y eso es así porque los perpetradores de crímenes de lesa humanidad apuntan siempre a construir inconsciencias sociales que avalen, por indiferencia o ignorancia, mentiras capaces de autorizar eventuales futuros genocidios.

De ahí la alta valoración al hecho de que, en estos tiempos, sólo la Provincia de Buenos Aires sigue sosteniendo y es espacio de garantía para todos los grupos, colectivos y equipos pedagógicos, culturales, jurídicos y archivísticos que trabajan por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Valores que son universales y que, aunque personas como usted los desdeñan, igualmente construyen Democracia, Paz y sobre todo esa virtud cristiana y hebrea y de todas las comunidades que se llama Tolerancia.

En este sentido, Presidente, los insensatos e insensibles despidos de personal dispuestos durante las fiestas de fin de año en casi todos los organismos de Derechos de Humanos profundizan, de hecho, la destrucción de las instituciones que más honran y enorgullecen a la República Argentina en ámbitos internacionales.

Esas celebraciones, tradicionales desde hace décadas, conllevan en su esencia mensajes de Paz, Amor, reencuentros y esperanzas que se abrazan con otras y diversas manifestaciones en la reconstrucción de la vida en Democracia.

Por eso, y dicho con respeto, peor momento imposible el elegido por usted y su gente para demoler políticas humanitarias construidas, lentamente, desde los tiempos de la recuperación democrática, y las cuales se deben a la valentía y decisión de miles de mujeres y hombres que dieron testimonios de sus sufrimientos, ayudando así al paulatino despertar de nuevas conciencias y de los consensos logrados alrededor de los conceptos Memoria, Verdad y Justicia.

Todo eso que desde la presidencia de Macri se intentó destruir con campañas de difamación, tergiversaciones de leyes, recortes presupuestarios y argumentos falaces, hace parte, hoy, de una memoria colectiva recuperada que honra a nuestro país en todo el mundo.

En estos contextos, Presidente, los insensibles despidos en pleno descanso de fin de año demuestran una bajeza indigna de una persona que fue elegida por millones de conciudadanos. Ahí están, como testimonios, su sólo intento de avanzar sobre la Universidad de las Madres, de cortar ayudas para las búsquedas de las Abuelas, y de recortar presupuestos de los organismos que preservan documentos y todavía querellan por los horrores de hace tantos años.

Y todo eso a la vez que se conoció la magnitud del recorte en Educación, de más del 40% y en un contexto internacional de guerras y exterminios feroces y repugnantes. No sé dar detalles pero fue muy grande, más para embrutecer que para iluminar. Y que embona, de hecho, con la degradación y destrucción de instituciones que hacen sostenible una política de Derechos Humanos que honra y enorgullece a nuestro país en ámbitos internacionales.

Esa y otras políticas humanitarias, construidas lentamente desde los tiempos de la recuperación democrática, se debieron a la valentía de muchos miles de mujeres y hombres que prestaron testimonios de sus sufrimientos, del despertar de sus conciencias y de los consensos logrados alrededor de los conceptos Memoria, Verdad y Justicia.

Todo eso mismo que desde la presidencia de Macri se intentó destruir con campañas de difamación, tergiversación de las leyes, recortes presupuestarios y argumentos falaces, hace parte, hoy, de una memoria colectiva recuperada que honra a nuestro país en todo el mundo.

Por favor, Presidente, no se fascine tanto con halagos y bataclanas, ni pretenda mostrarse gracioso cuando lo suyo más parece patético.

Y además gravísimo en un contexto internacional de guerras y exterminios feroces y repugnantes como desde hace meses en Gaza contra el pueblo Palestino, y en África y Haití, por lo menos.

Me permito decirle, además, que gran parte de los «recortes» que usted ha ordenado consiste en llevarse (o sea robar) los equipos y recursos tecnológicos que garantizan materiales, documentos, contenidos y formación docente en temas de derechos y otros, y todo para su natural transmisión a las próximas generaciones. La verdad es que esto es especialmente repudiable y también lo hace quedar mal a usted. Porque eso de cortar las ayudas para las búsquedas de las Abuelas y de eliminar presupuestos de los organismos que preservan documentos y querellan por lo sucedido, es de cuarta como se dice en mi barrio.

Pero además, fíjese: tampoco se sabe el destino de lo robado en su nombre, Presidente. Hurtos que se producen, además, en un contexto internacional que no ayuda, con el mundo paralizado frente a las muertes y exterminios en Gaza y el temor generalizado en el planeta ante el inminente e irrefrenable recrudecimiento de la actual Guerra Mundial todavía no declarada oficialmente.

La mentira como sistema, como hábito y conducta, no conduce a ningún lado, Presidente. Tampoco la succión de calcetines que parece que a usted le agrada tanto. Pare un poco, ubíquese, si me permite el consejo.

Y es claro que estaba todo mal en este país a finales de 2023. Cierto, y muchos pensábamos que solamente no lo veían los ciegos que estaban en el poder. Pero al menos había paz, un funcionamiento medio torcido de la democracia y una soberanía que temblequeaba mientras algunos, muchos, luchábamos para no perderla, para afianzarla, para que el Río Paraná, el litio cordillerano, el Canal Magdalena y todos los maravillosos bienes naturales de que la Naturaleza dotó a nuestra Patria se reafirmaran como nuestros.

Usted y muchos más sabemos, aunque duela o fastidie, que cada tanto hay que rendir cuentas, y más en la política. Mientras los suyos celebraban su triunfo electoral, una jueza porteña de dudosa fama prohibió mi candidatura, que era obviamente testimonial, una semana antes del comicio del 20/12/23. Y fue una lástima porque, si bien era obvio que no iba ser elegido, al menos nuestra propuesta era política y moralmente irreprochable y nos acompañaba gente decente y luchadora de casi todas las provincias. Nuestra consigna era Paz, Democracia y Soberanía y eso era todo, y se lo digo ahora porque acaba de morir un obeso periodista millonario y mentiroso que cacareaba estupideces aún sabiendo que jamás recibimos ni un peso de los viejos, y al que no denuncié por falta de fondos míos y por un resto de piedad hacia alguien tan infeliz.

Y ahora lo saludo, Presidente, sin hipocresía ni afecto y tampoco esperanzas, pero sí y apenas con el respeto que merece su investidura. Y le regalo un consejo de viejo: haga la dura prueba de al menos sensibilizarse ante los por lo menos 25 millones de compatriotas que están jodidos en serio, desencantados y enojados con usted, cada vez más, aunque sus lamebotas inventen encuestas. Y haga la prueba de al menos serenarse, no pelee contra fantasmas, no se baje los lienzos ante los poderosos, no quiera mostrarse como lo que no es. No va a serle fácil desde una posición como la suya.

Pero es su tarea, Presidente. Abur!