martes, enero 7, 2025

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Los del PRO lo saben. Los de La Libertad Avanza se preparan. Este año para ellos será el año del gran reemplazo: el objetivo es borrar al PRO del mapa electoral en las elecciones de medio término, ya sea por la vía de fagocitar a sus dirigentes o de volverlos irrelevantes en los resultados electorales. Y el terreno ideal para mostrar este gran cambio de preferencias de una fuerza de derecha por la otra es la Ciudad de Buenos Aires. No solo por lo simbólico (es la cuna de nacimiento del PRO), sino porque en LLA ven buenas chances de romper la hegemonía de 20 años de gestiones del PRO en el Gobierno de la Ciudad. La elección local y la nacional en CABA serán dos grandes pruebas para estas dos fuerzas políticas que ya ratificaron que no serán aliadas allí, sino que competirán. Desde el macrismo están dispuestos a resistir con uñas y dientes: candidatos taquilleros, elecciones desdobladas, todo lo que puedan jugar lo van a jugar ahora. Algunos dentro del PRO dudan de si será suficiente o si la suerte para los Macri ya está echada.

Desde 2003, el PRO viene ganando elecciones legislativas en la Ciudad y, desde 2007, las ejecutivas. Son más de 20 años de control político del territorio porteño, sin haber tenido grandes desafiantes, excepto una elección en 2015 la que Martín Lousteau los hizo traspirar. Por primera vez, el PRO tiene que enfrentarse a una fuerza política que le puede ganar en su propio juego y que, de hecho, se propone a si misma como un claro reemplazo en la oferta
electoral. 

Sobrevivir

Jorge Macri fue el primero en oler la sangre en el viento. Tuvo dos grandes avisos: el primero fue cuando los legisladores de Karina Milei y de Patricia Bullrich no le votaron el Presupuesto 2025 y lo forzaron a una sesión de 18 horas para conseguir la ley de leyes. El segundo fue cuando le birlaron a su secretario de Seguridad, Diego Kravetz, en una operación quirúrgica sobre una interna del gabinete porteño, que ya empezó a tener cambios para readaptarse a los nuevos tiempos.

El jefe de Gobierno fue el primero en mostrar iniciativa política para prepararse para la ola violeta que puede caer sobre la Ciudad. Su primera jugada fue el desdoblamiento de las elecciones locales, para evitar un efecto arrastre de un eventual candidato nacional de LLA que venga con peso propio. La segunda, más sutil, fue el comienzo de la construcción de un discurso de campaña que pondrá su eje en la autonomía porteña y tratará de mostrar que los legisladores de Milei no juegan para la Ciudad .

En la semana que pasó Jorge Macri hizo una comparación odiosa: “A mí me hubiera gustado tener un acompañamiento de La Libertad Avanza de la Ciudad más parecido al que nosotros le dimos al Gobierno nacional en el Congreso. No se dio», planteó. Queda claro: a nivel nacional, el bloque del PRO conducido por Cristian Ritondo trabajó todo 2024 para que salieran las leyes del oficialismo, no solo levantando la mano sino haciendo buena parte del trabajo de reunir consensos. El contraste con el boicoteo en la Legislatura porteña es notorio.

Por eso, Jorge Macri no quiere perder más bancas a manos de LLA y el desdoblamiento apunta a eso, aunque todavía no tienen candidatos para la elección. Circuló una encuesta que lo ponía como cabeza del lista al ministro de Salud, Fernán Quirós, y que le daba al PRO una ventaja sobre LLA. No obstante, en el mismo dicen que no hay números reales. «Primero porque no sé si Fernán será el candidato. Y los candidatos importan mucho en esto», advierten.

En el PRO, son sinceros: calculan que LLA va a hacer una buena elección y saben que no va a ser fácil para ellos, porque disputan el mismo electorado. Todavía están analizando como contrarrestar esto en las elecciones locales.

La diferencia de bancas en juego les sirve por ahora a los libertarios: tienen cuatro bancas en riesgo, mientras que el PRO, sumando aliados, arriesga el triple. Esto sin contar los tres legisladores de Bullrich que, en cualquier momento, pueden abandonar el bloque y pegar el salto a LLA.

¿Y lo nacional?

La segunda duda que hay en el PRO es como se salvan de las nacionales, a las que deberán a ir a competir de todas formas (incluso, si salvan los trapos en las locales. La posibilidad de que Mauricio Macri tenga que jugar como candidato a senador y María Eugenia Vidal sea la cabeza de diputados se va volviendo una necesidad. En el PRO, cada vez ven más claro que o juegan sus figuras más taquilleras o se quedan sin nada. La misma encuesta temprana que circuló los daba ganando contra una candidatura eventual de Manuel Adorni. Aunque nadie sabe que pasa si la candidata es Karina Milei. ¿Qué pasa si juegan un Macri-Vidal y pierden? ¿Es el fin?

La gran pregunta de fondo es que pasa con el electorado. Está claro que hay quienes creen que perdieron los votos: lo piensa Patricia Bullrich y lo dijo públicamente. Por eso, ya se cambió de bando y piensa quitarle al PRO todos los dirigentes que pueda. Pero la misma duda permea incluso las propias filas de Macri. Lo blanqueó la semana pasada la senadora PRO Carmen Álvarez Rivero, quien reconoció que piensa que Macri «no tiene el apoyo y la renovación necesaria para estar
al lado o competir» con los candidatos de Milei. Y advirtió sobre la posibilidad de que hagan «un papelón» en la elección, con porcentajes de votos marginales. «Lo amo a Macri porque esta opción no hubiese existido
sin un Macri en el 2007, pero hoy no está con todo el apoyo y la
renovación necesaria como para estar al lado o competirle a Milei», fue su conclusión. En este punto, crece la presión para pactar con Milei, pero ese pacto hoy no parece posible, porque Karina Milei ofrece poco y nada.

En esa línea, Patricia Bullrich salió –otra vez– a meter el dedo en la llaga. «Milei tiene una mirada muy clara para que Argentina deje de funcionar como funcionaba. No quiero tener un debate con Macri ni quiero que me titulen contra Macri, pero es la primera vez que se va al hueso», dijo y agregó que el PRO –su ex partido– “se tiene que definir: o son oficialismo o son oposición”, apuró. 

Un nuevo sentido

El otro problema que enfrentan en el PRO es que desde LLA los atacan por un flanco que no habían elegido otros adversarios: el gasto “descontrolado” del Gobierno porteño, la ineficacia para detener delincuentes que no se fuguen y otros caballitos de batalla de la ultraderecha. Son planteos que no habían tenido que contrarrestar antes, acostumbrados a disputar con candidatos del kirchnerismo.

Por ahora, los dirigentes de LLA parecen sintonizar mejor con un nuevo sentido común hecho a base de años de economía precarizada y trabajo a destajo como los que hacen los motoqueros de las Apps. Vale un ejemplo para mostrar eso: el caso de un motociclista que llevaba una pasajera alcoholizada y que fue detenido por agentes de tránsito porteños, que le sacaron la moto porque la pasajera dio positivo.

En un verdadero raid mediático, el conductor aceptó que la persona que lleva “puede desestabilizar la moto” si está alcoholizada, por lo que “tiene sentido” que la ley sancione esa situación, pero consideró que al estar trabajando no puede saber realmente si la persona que lleva ingirió alcohol.

Antes de que nadie del Gobierno porteño pudiera decir nada, ya se habían subido al caso Ramiro Marra, Yamil Santoro y hasta el subsecretario de Prensa del gobierno nacional, Javier Lanari, todos respaldando al motoquero y asegurando que la ley porteña es vetusta. Recién más tarde apareció Darío Nieto, ex secretario privado de Macri, a sumarse a la cruzada. 

Este tipo de casos siguen mostrando como, pese a los planes, desde LLA le siguen colando temas donde intentar dejar al PRO como «parte de la casta».