Entre tantas cosas que lo hacen único al fútbol argentino, además de haber formado a los dos mejores jugadores de la historia y tantos otros más que se destacaron en todo el mundo a lo largo de los últimos cien años, hay un ítem más que lo diferencia de buena parte del resto de los países en el deporte que más aficionados tiene en el planeta: la firme postura de la enorme mayoría de los clubes, encolumnados en la Asociación del Fútbol Argentino con respecto a las Sociedades Anónimas Deportivas. «Los clubes son de los socios», es el lema de buena parte del fútbol argentino ante el intento del avance de los capitales privados, como sucede en Europa, Norteamérica y ya también en casi toda Sudamérica.
Si bien Mauricio Macri, que fue Presidente de la Nación entre 2015 y 2019, fue uno de los grandes impulsores de las SAD, da la sensación de que nunca el debate estuvo tan fuerte como desde que asumió Javier Milei, que en el extenso DNU que firmó tras convertirse en Presidente de la República Argentina en diciembre del 2023, incluyó artículos para reglamentar las Sociedades Anónimas Deportivas en nuestro país y, principalmente en el fútbol.
La AFA de Claudio Tapia le ganó la batalla legal al Gobierno y logró dejar sin efecto la parte del popular DNU 70/2023 que hablaba de las SAD, pero el tema quedó instalado y hubo un club que decidió emprender un nuevo camino de la mano de la ayuda de capitales privados, animándose a romper un poco los esquemas asociándose con un extranjero millonario: Estudiantes de La Plata, encabezado por su presidente Juan Sebastián Verón -uno de los pocos del fútbol argentino en lograr un consenso prácticamente total entre los socios e hinchas del club-, y el magnate estadounidense, Foster Gillett, un nombre que con el correr del tiempo se popularizó al máximo en el ambiente del fútbol argentino.
Justamente fue Foster Gillett quien quedó en el foco de la polémica en las últimas horas luego de que River iniciara acciones legales en su contra tras el fallido traspaso de Rodrigo Villagra. La denuncia penal también involucra a Guillermo Tofoni y Juan Manuel Cobián y es por «estafa y desbaratamiento de derechos acordados». La operación de venta del mediocampista a través del grupo de Gillett nunca se concretó, lo que generó un perjuicio económico para el club de Núñez.
Quién es Foster Gillett, el millonario que desembarcó en el fútbol argentino
Foster nació en los Estados Unidos en 1977, en el seno de una familia adinerada. Es imposible entender el presente de este magnate sin hablar de su padre: George Gillett, un empresario que generó una fortuna con diversos negocios, que fueron desde las telecomunicaciones hasta centros de esquí y la industria de la carne, pero siempre estando muy cercano al deporte profesional.
Tuvo participaciones en los Miami Dolphins (Fútbol americano), quiso comprar a los Denver Nuggets (NBA) y Colorado Avalanche (Hockey sobre hielo), pero finalmente terminó convirtiéndose en dueño del Montreal Canadiens (hockey sobre hielo) y un equipo del Nascar, la categoría de automovilismo más popular de los Estados Unidos. Sin embargo, el paso más importante en el mundo deportivo que se le marca desde Argentina es el que tuvo en Liverpool, uno de los equipos de fútbol más importantes de Inglaterra y el mundo. Papá George junto a un socio compraron a los Reds en 2007, y Foster fue parte de una junta directiva que duró tres años, antes de que el club fuera vendido nuevamente en medio de un profundo rechazo de los hinchas, por el mal manejo que tuvieron en la institución.
Tras su salida del Liverpool, Foster Gillett intentó mantenerse en el mundo del deporte. Buscó comprar un importante club de Escocia sin éxito y estuvo a punto de quedarse con el Olympique Lyon de Francia en 2022, pero tampoco pudo. Allí fue cuando decidió cruzar el Atlántico para desembarcar el año pasado en Sudamérica con dos proyectos distintos. Primero, y sin los problemas que evidenció en Argentina, puso un pie en Uruguay y compró al Rampla Juniors, un equipo de más de 100 años de historia que juega actualmente en la Segunda División charrúa.
Pero mientras tanto, comenzó a tejer su llegada a la Argentina, vinculándose con Verón para entrar en Estudiantes, con la ayuda del empresario Guillermo Tofoni, cercano al Gobierno de Javier Milei en la lucha por impulsar las SAD en el país. De hecho, Gillett estuvo reunido el año pasado con Daniel Scioli, secretario de Turismo y Deporte.
Scioli, Gillet, Juliana Santillán y Guillermo Tofoni
La llegada de Foster Gillett a Estudiantes y sus otros pasos en el fútbol argentino
¿Cómo sedujo Gillett a Verón? Ni más ni menos que con 150 millones de dólares. Esa fue la cifra que el empresario le prometió a la Brujita que invertiría en Estudiantes en un acuerdo por los próximos 30 años, donde Gillett solo tendría injerencia en el fútbol profesional del club de La Plata, mientras que las instalaciones y el resto de los deportes seguirían bajo la potestad de los socios, como en toda Asociación Civil. Con todo ese dinero, Estudiantes planea hacer una sede nueva, en un moderno edificio de varios pisos, y expandir el predio de City Bell, donde el objetivo es construir un hospital para seguir maximizando el rol social de la institución, además de levantar nuevas canchas para las diferentes disciplinas y agrandar la institución educativa del club, que tiene primario, secundario y terciario.
Todo esto debe aprobarse en una asamblea de socios que para esta altura del año, Verón y Gillett ya esperaban haber realizado. Iba a ser en diciembre, pero no tuvo lugar, y en el arranque del año como un guiño para la dirigencia del Pincha pero especialmente para sus socios e hinchas, Gillett pagó la importantísima cifra de 15 millones de dólares para ejecutar la cláusula de salida de Cristian Medina, futbolista de Boca que se encontraba en conflicto con el Xeneize, y cederlo -al menos por seis meses o un año- a Estudiantes. Días después, hizo lo mismo con Facundo Farías, una joyita argentina que jugaba en el Inter Miami con Lionel Messi y por el que Foster desembolsó otros ocho millones. En total, fueron 23 millones para reforzar al equipo de cara a la próxima Copa Libertadores, una cifra que solo River y Boca podrían invertir.

Cristian Medina llegó a Estudiantes gracias a los 15 millones que puso Foster Gillett
Como si fuera poco, Estudiantes y el empresario habían acordado -más allá de esos 150 millones de inversión en el proyecto principal- un préstamo de 10 millones de dólares que se hicieron desear en llegar: recién en las últimas horas ingresaron a las arcas del club los primeros cinco millones de esos diez, luego de varios días sin noticias al respecto. Del lado del empresario explicaban que el magnate tenía fondos en Inglaterra y el banco inglés le presentó numerosas trabas para mover el dinero. Eso generó algunas dudas en la gente de Estudiantes, teniendo en cuenta además que como es algo nuevo en el fútbol argentino, no está del todo claro cómo recuperará su inversión el estadounidense, y nadie en el Pincha quiere poner en riesgo al club.
Sumado a toda la incertidumbre que generó Gillett durante enero y febrero en Estudiantes, el empresario se involucró también con otros dos clubes, y en ambos casos dejó una imagen que lo perjudicó por demás. Foster le aseguró a Valentín Gómez -joven capitán del Vélez campeón con gran potencial- que iba a pagar su cláusula de rescisión para llevarlo a Europa: el chico viajó a Italia, se empezó entrenando en una plaza, luego consiguió permiso para trabajar en las instalaciones del Udinese, pero el mercado de pases en el fútbol italiano cerró antes de que Gillett pudiera pagar su salida de Vélez y, tras dos meses afuera, terminó volviendo al club de Liniers con la transferencia frustrada y el futuro poco claro. Algo parecido sucedió con River y Rodrigo Villagra, mediocampista que estuvo varias semanas entrenándose en la calle por su cuenta a pesar de tener contrato con el Millonario, porque supuestamente Foster le iba a pagar unos 11 millones de dólares por el mediocampista, algo que nunca sucedió y motivó al club de Núñez a denunciar al empresario.
Los casos de Vélez/Gómez y River/Villagra dejaron a Gillett bajo la lupa en Argentina y ahora el éxito de su llegada al fútbol campeón del mundo depende de lo que suceda en las próximas semanas con Estudiantes. Nadie se anima a asegurar que la asamblea de socios vaya a terminar aprobando el acuerdo con Gillett, y en las últimas semanas, Verón fue perdiendo algo de fuerza en su impulso por abrirle la puerta a los capitales externos, y la revolución que quiso hacer desde su Estudiantes hacia el fútbol argentino. Si el Gobierno de Milei veía en Foster Gillett la puerta de ingreso a las SAD en el país, los primeros meses tras la aparición del estadounidense definitivamente no ayudaron. Ni al Presidente ni al propio Foster, que gastó una fortuna en dos jugadores cuyo valor de mercado podría haber estado más abajo, quedó como un mentiroso con otros dos futbolistas y dejó más dudas que certezas en sus primeros pasos en Estudiantes.
«Foster está ciento por ciento decidido a invertir en Argentina y lo va a seguir haciendo. En el peor de los escenarios, que sería no ponerse de acuerdo con Estudiantes, se meterá con los jugadores. O verá si el día de mañana es otro club», le dijo Guillermo Tofoni -mano derecha de Gillett en Argentina- a Insiders News. Los próximos meses serán cruciales para ver si Foster logra revertir su imagen y acomodarse a las exigencias del fútbol argentino, para terminar convirtiéndose en el primer magnate en traer sus millones a los clubes y marcar el rumbo de los capitales extranjeros, o si la idea de SAD -o similares- recibe otro gol en contra, que podría sentenciar el partido.