viernes, enero 10, 2025

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El país de Milei: profesionales que manejan Uber y pedalean sin parar para comer  | La vara de expectativas cada vez más baja

Como se ha visto a lo largo de los
primeros trece meses de gobierno, Javier Milei sufre una sugestiva
tentación por la falta de precisión en los números de su gobierno
,
que lo ha llevado a chocar infructuosamente contra la dura pared de
la verdad. Esta semana, al defender su modelo económico, el
Presidente habló de una “expansión de la economía robusta”,
dijo que se apreciaron los salarios de los trabajadores no
registrados y aseguró que “el desempleo no aumentó”. Como ha
ocurrido en otras ocasiones, los números no se condicen con la
realidad. 

En la Argentina de Milei son cada vez
los caídos del sistema que recalan en el cuentapropismo y el empleo
informal sin gozar de derechos laborales básicos, una mínima
sensación de estabilidad o al menos la posibilidad de proyectar un
futuro más allá de las próximas 24 horas. Arrojados del sistema
formal por el cierre de empresas
, la caída del consumo y la
recesión, cada vez más trabajadores se ven obligados a salir a
pedalear para una aplicación de repartos de comida o manejar 12
horas un auto para satisfacer necesidades básicas del día, que en
muchos casos ni siquiera llegan a cubrir.

Como ocurrió en los 90 cuando miles de
argentinos se refugiaron de los despidos en el remís, el parripollo
o el kiosco de barrio, en plena era de la uberización de la economía y el acceso a un teléfono celular con Internet, una bicicleta o un
auto se transformaron en la salida de emergencia
, momentánea o
sostenida en el tiempo, a una crisis que se agudiza a día a día. Así, trabajadores con alto grado de formación educativa o
con oficios calificados que hasta hace poco tenían sueldos
competitivos hoy se encuentran manejando un taxi o transportando una
milanesa con papas fritas. Sin ir más lejos, hace pocos meses, la
propia diputada derechista Lilia Lemoine celebró como un éxito del
gobierno que un amigo arquitecto trabajara como conductor
de Uber.

Maximiliano Ledesma (34 años, Merlo,
Buenos Aires), sociólogo graduado en la Universidad de Buenos Aires
con un posgrado y una maestría en estudios de trabajo, maneja ocho
horas por día un Uber. El 1º de enero de 2024 fue despedido de su
trabajo como coordinador de compras en el Instituto Nacional de
Asociativismo Social (INAES) y desde entonces no logró reinsentarse.
No me gusta estar trabajando de esto, quisiera hacer algo
vinculado a lo que le dediqué tantos años de estudios”
, resumió
con resignación ante Página|12, antes de subirse a conducir el
vehículo, un taxi que su suegro le presta entre las 11 y las 19. 

En 2024, Ledesma tuvo trabajos alejados
de su profesión, como operario en una farmacia, o empleos informales
y por períodos breves, como encuestador. Hoy la mayor parte de sus
ingresos llegan por conducir un vehículo sin parar. “Voy tanteando
qué tan despojado de necesidades básicas quiero estar durante el
día, a veces no como ni tomo agua para no frenar y aceptar viajes
todo el tiempo, porque así el algoritmo te premia”, relató.

Las plataformas de traslado de
pasajeros, comida o pedidos no aportan datos respecto a la cantidad
de choferes o repartidores, con excepción de DiDi, que desembarcó
en 2020 y ha ganado peso en el mercado argentino compitiendo contra
Uber y Cabify. Entre 2023 y 2024 tuvo un crecimiento del 47 por
ciento en la cantidad de choferes activos. La empresa china aseguró
en un informe que el 74 por ciento de los conductores maneja a tiempo
parcial. Es decir que buscan complementar sus ingresos porque con el
empleo principal no les alcanza.

A mediados del año pasado, un
conductor que manejaba nueve horas diarias, cinco veces por semana,
podía obtener $1.700.000. La cifra es tentadora, pero hay que
restarle el combustible, seguro del auto, gastos de mantenimiento que
son frecuentes por el propio desgaste de los autos y, en caso de que
no sea propio, el monto del alquiler diario del coche.

Para Ledesma, la clave es “qué tan
alienado querés estar”. “Me cuesta aceptar que no me gusta
trabajar de esto. Es la mala racha que nos tocó a muchos, obviamente
entiendo que hay gente que está peor que uno. Esto nos lleva a
vincularnos de modo dificultoso con nuestro entorno. Es frustrante no
llegar a fin de mes”, reflexionó.

Además, apeló a su condición de
sociólogo: “Hay expertos que dan cuenta del modo preciso del
cambio en las relaciones laborales, que viene a tirar por la borda
cualquier resabio de ‘derecho laboral’ que exista”, lo que a la
larga se traduce en la profundización de la desigualdad. “Hay que
pensar qué pasa sector por sector. En Moreno los pibes hacen Rappi
para levantar el mango, pero en la Ciudad algunos lo hacen como
‘ejercicio físico’”. “La gran diferencia con la década de 1990
es que ahora cualquiera prende el celular y puede generar ingresos.
Ergo, ‘soy precario, pero no desempleado’”, agregó.

Desempleo en Argentina: la
precarización como modelo a seguir

De acuerdo con los últimos datos
oficiales publicados por el Indec, desde la asunción de Milei hasta
septiembre de 2024 se perdieron 180 mil puestos de trabajo
registrados asalariados
, la mayoría en el sector privado. “Si el
desempleo no subió más es porque hubo modalidades de refugio, como
el empleo por cuenta propia”, resumió Luis Campos, coordinador del
Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, quien dijo a
Página|12
que una parte de la caída del empleo formal se
compensó con un aumento del trabajo por cuenta propia, “que fue
muy significativo en la variación interanual”.

Los datos son elocuentes: se estima que
se sumaron alrededor de 100 mil monotributistas
al mercado laboral,
lo que explica la baja de la desocupación en el tercer trimestre de
2024, al 6,9 por ciento, aunque represente un incremento fuerte si se
compara con el mismo período de 2023, cuando era del 5,7 por ciento.
“En el último año cayó el empleo formal, creció el
cuentapropismo y se mantiene estable el asalariado informal, sin
aportes de seguridad social”, analizó Campos. El desempleo es un
lujo que prácticamente nadie puede darse.

Además, Campos cruzó los datos que
arrojó Milei este fin de semana, cuando habló de un crecimiento
sostenido del empleo y dijo que los salarios que más crecieron
fueron los de los no registrados. “La información del Indec tiene
un rezago de cinco meses. Ahora estamos viendo lo que pasaba con el
sector informal a mitad del año pasado, cuando la economía se
indexaba a ritmos nominlaes más elevados. No es cierto que los que
más crecen sean los salarios de los informales. Es un tema
metodológico, la precisión de los números no es algo de lo que se
pueda enorgullecer la actual gestión”, señaló el investigador.

La vara de expectativas cada vez más
baja

Ledesma recordó los dichos de Lemoine,
cuando dijo que la actividad económica se reactivaba. “Hoy me
encontré con un compañero de trabajo de cuando yo tenía 20 años
que me dijo ‘che, estoy manejando un Uber, ahora soy arquitecto, el
sector bajó en este momento y no me alcanza para pagar la tarjeta.
Manejo Uber, ¿pero sabés qué? Es un cambio de paradigma, pero yo
puedo mantenerme con esto”, contó la legisladora íntima de Milei.
“Claro que podés estar contento, pero estar contento también es
parte de la resignación que vivimos, de la inflación anímica, de
estar hablando y pensando todo el día en el mango”.

El problema – reflexionó el
sociólogo que fue el primer integrante de su familia en graduarse
con un título universitario – es que “la vara de expectativas es
cada vez más baja”
. “Se profundizan los niveles de pobreza, la
identidad perdida es por hábitos, sobre todo. De comidas, asados,
juntadas que se pierden”.