La baja de la inflación es el logro del gobierno más ponderado por la opinión pública, a tal punto que desde hace varias semanas dejó de estar al tope de las preocupaciones en todos los sondeos.
Es el tesoro político que el presidente Javier Milei y el ministro Luis Caputo buscan potenciar este año, de cara a las elecciones legislativas de medio término, en la que el gobierno libertario busca robustecer su bloque en el Congreso, para avanzar con proyectos claves.
En el marco de esta lógica es que Caputo debe definir qué hacer con el crawling peg, la depreciación mensual que se viene aplicando desde hace meses, y que despierta reparos por el cada vez más evidente retraso del tipo de cambio, que afecta la competitividad y perjudica la acumulación de reservas.
El crawling peg del 2%, es decir la suba del tipo de cambio oficial con una especie de tablita, ya cumplió 13 meses, igual que el gobierno.
Los analistas no se ponen de acuerdo sobre qué puede ocurrir en enero con esta variable clave, pero coinciden en recomendar que el gobierno medite a fondo los pasos a dar.
La tentación de bajar el ritmo de devaluación para darle un golpe a gracia a la inflación es muy grande y políticamente redituable, pero podría ponerle techo a las chances de una recuperación de la economía.
Milei ya anticipó que si el costo de vida se estabiliza en la zona del 1% mensual, se procederá a reducir el ritmo del crawling peg.
En noviembre, el IPC mostró un incremento de 2,4% alimentando las expectativas de una inminente reducción del «crawl» del BCRA. Pero dependerá mucho de cómo termine cerrando el año y, seguramente, de qué ocurra en este enero.
Qué dicen los expertos sobre las expectativas de devalución
En el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) se moderaron sus expectativas de devaluación apuntando a «un dólar oficial de $ 1.140 para junio en el relevamiento del mes previo y ahora prevén que éste igualaría $1.112.
En el caso del dólar futuro, la devaluación mensual implícita a partir de febrero se ubica por debajo del 2%. Es decir, el mercado apuesta a una tasa de depreciación menor.
Además, circulan trascendidos sobre una inminente reducción de la tasa de política monetaria del BCRA.
Es que si el BCRA disminuye la tasa de crawl al 1%, debería acompañar con una reducción de las tasas de las LEFI, que está en el 32% anual.
El aumento de la brecha cambiaria en las últimas semanas, a la zona del 20%, conspira contra la estrategia del equipo económico.
Por eso se especula con que si hubiese una rebaja de tasas, será de entre dos y tres puntos.
A favor de reducir el ritmo del crawling, hay coincidencia entre los analistas en que se convirtió en un ancla para los precios.
Según la consultora 1816, cuando bajen el crawl también se reducirá la tasa, aunque en una proporción «considerablemente menor».
Pero algunas consultoras piden prestar atención al dato que mostró una aceleración del costo de vida en la Ciudad de Buenos Aires, con un 3,3% en diciembre, lo cual indicaría que el recalentamiento de precios persiste.
La suba de precios en CABA fue motorizada por servicios (4,2%), dentro de los cuales se destacaron los aumentos en los seguros y servicios financieros (5,8%) y los ligados a restaurantes y hoteles (5,2%). Por el lado de los bienes, el incremento fue inferior (1,9%).
Para la consultora IEB, si se confirma que el costo de vida sigue resistiendo una baja más pronunciada, podría demorarse la reducción del crawling.
La inflación y las reservas en 2025
En lo que respecta a este 2025, las expectativas del sondeo REM del Banco Central reflejan una tendencia a la desaceleración de la inflación, estimándola en 25,9%, sustancialmente por debajo a la registrada el año pasado.
Un informe de la consultora Econviews indicó que la preocupación actual es que las reservas internacionales netas siguen en el terreno negativo. Y alertó que existe «muy poco margen para enfrentar potenciales problemas en el sector externo».
Igual, hay optimismo en el equipo económico y el propio Milei sobre la marcha del plan, que acaba de recibir fuertes elogios por parte de la titular del FMI, Kristalina Georgieva, quien lo calificó de «impresionante».
El staff del FMI aceleró las negociaciones tras el triunfo de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos. Los resultados del plan de Argentina en materia de inflación y crecimiento los había dejado fuera de juego. Trump asumirá el lunes próximo, y si bien sus primeras medidas estarán orientadas a quitar regulaciones a la economía, combatir la inmigración ilegal y atender los frentes abiertos en el exterior con los conflictos entre Rusia y Ucrania, y en Medio Oriente, hay coincidencia en que saldrá a apoyar un nuevo préstamo para la Argentina.
En la Argentina, el 55% de la deuda está en moneda extranjera, con lo que los pagos de los servicios de intereses y de amortización de capital «dependen crucialmente de que el Banco Central pueda conseguir reservas para atenderlos».
La proyección de una cuenta corriente deteriorada en 2025, pasando de un superávit de u$s 2.500 millones a un déficit de u$s 3.800 millones, complica el escenario. Es que estas proyecciones implicarían nuevamente depender de mayor financiamiento fresco para que los recursos del BCRA no sigan disminuyendo y alteren la confianza del mercado.
La preocupación por la deuda argentina que vence este año
Para aventar fantasmas, el Gobierno aseguró que puede completar sin dificultades el calendario financiero de este año.
Pero consultoras alertan que el pago de bonos, aún con la llegada del REPO, dejará a las reservas netas en un nivel negativo de u$s 6.500 mil millones.
A esto se suman renovadas preocupaciones sobre las liquidaciones del agro. La ausencia de precipitaciones en diciembre y primeros días de enero impactaron sobre las reservas hídricas de la estratégica zona núcleo.
Con la cotización de los commodities en caída, se trata de un combo que complicará cualquier escenario.
El golpe de efecto que espera el gobierno viene por el lado de la baja de la inflación. Es que si bien la mayoría de los pronósticos ubica al costo de vida por encima del 25% este año, de persistir esta tendencia, la inflación podría caer a un dígito en el 2026.
Es al que no ocurre desde hace dos décadas, y sería una señal clave para permitir seguir enderezando la siempre compleja economía argentina.
El economista de IDESA Jorge Colina advirtió que con la baja de la inflación no alcanza para consolidar el crecimiento, y sumó alertas sobre la apreciación cambiaria.
«Muchos sectores productivos no están pudiendo competir con las importaciones. El desafío es ir hacia una economía que, sin inflación y dólar alto, sea competitiva», explicó.
Estabilizar con ancla cambiaria tiene el costo de la apreciación del peso.
El economista Juan Carlos de Pablo mencionó la posibilidad de reducción del ritmo cambiario.
Explicó que, respecto de la Convertibilidad y la tablita de Martínez de Hoz, «no hay ningún compromiso formal del BCRA de a qué precio te va a vender dólares«.
Y dijo en la actualidad la pérdida de poder adquisitivo del dólar con respecto al peso «es un hecho».
Analistas coinciden en que la apreciación cambiaria se deberá corregir, con cepo o liberándolo. Y eso va a impactar en la inflación.
Por eso, se especula con que la medida recién se tome después de las elecciones de octubre.